lunes, 25 de abril de 2011

Decimoquinta entrega: El MPM

PRIMERA PARTE: DEL GOLPE AL MUNDIAL

II- 77: Peronismo Montonero 
Decimoquinta entrega: El MPM
Miércoles 20 de abril de 1977. Montoneros lanza en Italia, en una conferencia de prensa celebrada en el hotel Leonardo Da Vinci, el Movimiento Peronista Montonero. “Resistir y vencer para ganar la paz en la Argentina”, así se llama el que será recordado como el Documento de Roma del MPM, presentado aquél día ante una treintena de periodistas de toda Europa. Con el “Comandante” Mario Eduardo Firmerich como Secretario General, Gonzalo Chávez, de la Juventud Trabajadora Peronista y la CGT en la Resistencia por la Rama Sindical, los “Doctores” Oscar Bidegain y Ricardo Obregón Cano, del Partido Peronista Auténtico por la Rama Política, Lidia Masaferro y Adriana Lesgart, de la Agrupación Evita por la Rama Femenina, Rodolfo Galimberti de la Juventud Peronista y Manuel Enrique Pedreira de la Juventud Universitaria Peronista por la Rama Juvenil, el “Doctor” Rodolfo Puiggros por la Rama de Intelectuales y Artistas, el Secretario General de las Ligas Agrarias Osvaldo Lovey por la Rama de Pequeños Productores Agropecuarios, el Segundo Comandante, Fernando Vaca Narvaja como Secretario de Relaciones Internacionales, Juan Gelman y Miguel Bonasso al frente de la Secretaría de Prensa y Difusión del Partido Peronista Auténtico, quedó formalmente conformado el MPM, o El Movimiento, como pasó a ser llamado por los militantes montoneros.
Como puede verse por los nombres, el Consejo superior del MPM lograba reunir en el exterior a lo más representativo del histórico peronismo combativo. Claro que ahora se trata de referenciar a la masa de laburantes peronistas desde una nueva identidad: el montonerismo. De allí que Firmerich y Chávez aparezcan en primer lugar: el primero en representación de la herramienta política y el segundo de la sindical. Evidentemente no hay relación entre el nivel de reagrupamiento y referencia que logra el MPM en el exterior y el que puede desarrollar fronteras adentro del país. Pero también es cierto que aún estaba presente cierto imaginario “guevarista”, cierta influencia cubana (o de lo que la Revolución Caribeña había instalado como imaginario en los revolucionarios latinoamericanos), que imaginaba como posibilidad concreta la vuelta de los exiliados para dirigir, encabezar, la resistencia que pudiera sostenerse en el país. Ya lo había dicho Guevara en su Mensaje a los pueblos del mundo: “Nuestra misión, en la primera hora, es sobrevivir, después actuará el ejemplo perenne de la guerrilla”. Algo similar parece haber sido interpretado por Montoneros. Tal vez, podemos suponer, se dijeron a sí mismo: nuestra misión, en esta hora, es sobrevivir. Después actuará el ejemplo heroico del Partido.
De allí que el MPM se dirigiera públicamente a los “compañeros del pueblo argentino” con la consigna Resistir es vencer. Porque se pensaba, entonces, que de lograr resistir los primeros embates de la dictadura, luego, se estaría en condiciones de avanzar ya no sobre los militares, sino sobre el proyecto capitalista en su conjunto, dado que Montoneros (ahora Partido Leninista), realiza una lectura sobre la situación nacional, dialécticamente vinculada con la internacional. Es decir, que si a la decadencia de la dominación  burguesa en el país se le sumaba la declinación del proyecto capitalista en el mundo (producto de la crisis de los últimos años), no quedaba otra salida más que avanzar por la transformación radical y total de las estructuras del sistema. Este es, de alguna manera, el argumento que fundamentará la necesidad de ir organizando la contraofensiva popular en camino hacia el socialismo.
El agotamiento del peronismo como identidad política mayoritaria de los trabajadores, del pueblo argentino, ya había sido tema de debate durante casi todo el año anterior. De hecho, y como podrá verse en próximas entregas de este Folletín Digital, fue uno de los temas que llevaron a Rodolfo Walsh a escribir, en el marco de sus tareas como Oficial Segundo de la Organización, algunos planteos críticos al rumbo tomado en esos últimos meses.
Bien. ¿Pero que planea el Documento fundacional del MPM? Entre otras cuestiones, la necesidad de organizar el montonerismo retomando cierta herencia del peronismo. Más específicamente, su organización en Ramas, como ya se ha visto. Por otro lado, con seis sintéticos puntos, el MPM se dirige a todos “los peronistas auténticos y leales a las banderas del movimiento, a todos los luchadores honestos que, sin ser peronistas, entregan sus mejores esfuerzos a su servicio y a todos los argentinos de buena voluntad que aman la paz, la justicia social, la independencia económica y la soberanía política”.
Los seis puntos son: 1. Situación nacional; 2. La crisis definitiva del sistema; 3. La resistencia popular; 4. La constitución del Movimiento Peronista Montonero; 5. Propuesta de pacificación y liberación; y 6. Convocatoria a la unidad por la pacificación y liberación en un Frente de Liberación Nacional y Social.
En cuanto a la realidad del país, el MPM sostiene que tanto la Junta militar como Martínez de Hoz son responsables de las políticas antinacionales y antipopulares, que llevan a la Argentina a tener su economía en bancarrota y su orden jurídico-político desquiciado. Ante esto, reivindican el rol jugado por los trabajadores, por el pueblo, que enfrenta heroicamente las reiteradas agresiones, con sacrificio y voluntad de victoria.
En relación a la crisis sistémica, el MPM afirma que el estancamiento y parálisis de la economía del país se debe a la estructural situación de dependencia, que no podrá remediarse en los marcos del sistema capitalista-imperialista: “Resulta evidente, en consecuencia, que solamente construyendo el socialismo romperemos este círculo vicioso con el que nos han estafado”.
Sobre la resistencia popular, el MPM inscribe los procesos de lucha contra la dictadura instalada en poder desde el 24 de marzo de 1976, en un largo proceso que cuenta a los montoneros de Martín Miguel de Güemes, del Chacho Peñaloza y de Felipe Varela en un linaje que se extiende hasta el surgimiento del peronismo, pasando por una reivindicación de los abuelos de los cabecitas negras: las luchas de la “chusma radical” y de la clase obrera previas al 17 de octubre de 1945, a la vez que condena todos los Goles de Estado. Por supuesto, esa genealogía encuentra en los 18 años de “Resistencia Peronista” su antecedente más inmediato y más exaltado, y en la Masacre de Ezeiza (20 de junio de 1973) y el accionar criminal de María Estela Martínez (de Perón) y El Brujo José López Rega, la traición más clara al programa popular de cambio votado masivamente en los comicios del 11 de marzo de 1973. Así, Montoneros se reivindica como parte de la resistencia a la dictadura “más criminal y sangrienta” de la historia argentina, y destaca su aporte por llevar hasta la victoria las tres banderas históricas del peronismo. “Nueve años de lucha armada” y su “valiosa cuota de sangre y juventud”, sostienen, hace que continúen siendo fieles a su trayectoria, resistiendo hasta vencer o morir.
En ese marco promueven la conformación del MPM, sosteniendo que proceden del pueblo y que, por tanto, éste sabe que siempre han estado a su lado, en las buenas y en las malas. Y si bien reivindican los aciertos y los errores del movimiento, no dejan de señalar que, cuando tuvieron que hacerlo, guiados por el ejemplo de Evita, marcaron los errores cometidos por el General Perón. Ahora, traicionado por Isabel, huérfano en su conducción estratégica y agotado en su doctrina, el movimiento peronista debe regenerarse, rescatando, reafirmando y continuando con lo mejor de su historia, pero combatiendo la burocratización y promoviendo dirigentes revolucionarios, que sean tales por ser honestos y representativos y no porque tienen un amigo influyente. Democracia que deberá, transitoriamente, ejercerse a través de la representatividad, hasta que la clandestinidad deje paso al voto masivo. En el camino de “descubrir, proponer y desarrollar lo nuevo”, el MPM se constituye con una conducción estratégica (el Consejo Superior) que supera la antigua conducción unipersonal (Perón). El MPM, asimismo, se propone nuclear no sólo a los peronistas, sino a todos aquellos que han luchado y luchan contra las políticas de la oligarquía y el imperialismo y pretenden apostar a la conformación de un gran movimiento popular hegemonizado por la clase obrera, con sus “ansias irrenunciables de liberación nacional y social”. A excepción de los traidores, dicen, todos tienen un lugar en el movimiento, para resistir por todos los medios a la dictadura y construir “un programa de profundas transformaciones económicas, sociales y políticas”, que unifique todas las luchas de resistencia y “las oriente hacia la conquista del poder político del Estado en manos de la oligarquía y de los monopolios”.
Por todo esto, el MPM realiza una propuesta de pacificación y liberación, basada en una certeza: “la victoria del pueblo es segura –dicen–. No hay fuerza represiva que pueda evitarla”. De allí su insistencia en que la pacificación sólo será producto de la resistencia capaz de expulsar a la Junta Militar del gobierno. Para ello, para “acortar los plazos y ahorrar mayores sufrimientos”, proponen un programa de ocho puntos, encabezado por la exigencia de la destitución del ministro de Economía, Alfredo Martínez de Hoz, aspecto al que se suman: la reintegración de las garantías constitucionales; la rehabilitación de todos los partidos políticos sin exclusiones; la liberación de los presos políticos; la supresión de los campos de concentración y la publicación de la lista de los secuestrados; la inmediata libertad de una serie de personalidades políticas, encabezadas por el ex presidente Héctor J. Cámpora; la abolición de los procedimientos represivos y el juicio a los torturadores; la reintegración a los trabajadores de la Confederación General del Trabajo y de todos los sindicatos intervenidos; la convocatoria a elecciones generales.
Finalmente, el MPM convoca a conformar un Frente de liberación Nacional y Social. Para ello llama a todos los partidos políticos, las organizaciones del empresariado nacional y las personalidades dispuestas a sostener un programa de pacificación y liberación.
El Documento de Roma tardó en llegar a la zona sur del conurbano. De todos modos, por la escasez de fuerzas organizadas en el territorio, por los golpes asestados por la  represión, el Partido, el Ejército y ahora el Movimiento, tendían a confundirse en una única estructura: los Pelotones de Combate que realizaban operaciones militares, tareas de agitación y propaganda e intentaban mantener los contactos con algún que otro militante barrial o sindical.

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